No me olvides.
Más
que su muerte, lo que me dejo vacío fue no haber sido quien la
salvara, quien apostara su vida por la de ella. Hoy, en mi mente
siempre estará la preparación de una boda y no un 12 de enero con
flores blancas y una muerte de por medio.
Tres
años antes
Una tarde de febrero mi
familia y yo decidimos emprender un viaje hacia las montañas Benedetti
localizadas a unas horas de nuestro hogar, era una tradición que todos
debíamos seguir desde los 10 años en adelante. Estaba acostumbrado a
preparar mis maletas en febrero de cada año, pero quien diría que este viaje
sería distinto, que estaría formado por una chica de hermosos ojos café y
un vestido color amarillo que llegaba hasta sus rodillas.
Emprendimos
el viaje a eso de las 3:00 P.M y permanecimos en la carretera por unas
horas, mientras mis padres contaban la historia sobre cómo se
conocieron a los demás familiares que se acomodaron en los asientos
de la segunda fila. Les juro, yo nunca creí en el amor de parejas que juraban
haberse enamorado a primera vista y que al momento de hacer veían dones en su
amado, me parecía patético. Ya iba a cumplir 28 años y todas las chicas
con las que comencé una relación e intimamos fueron fugaces, cada una
buscaba llenar un vacío al igual que yo, así que cuando mi madre se enteraba de
nuestra ruptura solía repetirme que si no estaba con una de ellas por pura
elección más que por soledad nunca encontraría a la indicada. Cuanta verdad en
una sola frase, aunque en ese momento no lo entendía.
Nos bajamos de la casa rodante y nos dirigimos hacia la familia que estaría acampando a nuestro lado, mi padre nos presentó y decidimos cenar juntos y disfrutar de la fogata que se encontraba en el bosque. Esa noche la conocí, llevaba el bello vestido del que ya les hablé, unas hermosas piernas y el pelo amarrado, Aliz, así se llamaba. La aborde al instante, pues siempre he sido bueno dando cumplidos y no había quien no rogara por mi atención. Sin embargo, con ella fue diferente.
-
Hola Aliz, ese vestido te queda hermoso, y esas piernas, Dios...
-
Hola hombre que ni siquiera se su nombre, gracias
-
Mis disculpas, mi nombre es Jonny, pensé que lo habías escuchado cuando nos
presentaron
-
No estaba cuando los presentaron, pero gracias por la información
Se
fue y yo recogí mi dignidad, pensé que le gustaría escuchar aquel
cumplido o que me pediría quedarme con ella, al menos para platicar,
pero al parecer no era fugaz como las demás. Se mostraba como esas que si
dejabas entrar era para quedarse y hacerte sentir vivo.
Después de sentirme cautivado por ella, idee un plan de conquista con aquella chica que parecía imposible. Solo estaríamos dos meses en las montañas, por lo que debía ser rápido y cauteloso. Comencé por entender sus gustos, lo cual fue extraño ya que nunca me importo la personalidad de alguien tan profundamente, mucho menos de una chica que ni siquiera conocía. Luego decidí conocer lo que odiaba y más adelante lo que quería lograr y anhelaba con pasión.
Conocerla fue un viaje maravilloso, me colocaba en su ventana y algunas veces lanzaba piedras a ella, y al cabo de unos días de insistencia acepto mi invitación. Nos sentábamos a hablar por horas y horas, pese a que en principio fue difícil dar con ella debido a que, si no cerraba la ventana de golpe, soltaba a su perro para verme correr hasta mi casa asustado. Termine por robarle un beso. En ese momento creí conocer lo que era besar unos labios inundados de pasión, pero no, no sabía lo que era la fusión de dos cuerpos.
Ese día había conocido el amor en una chica real, una ninfa que amaba bailar, que tenía miedos e incertidumbres, que en ocasiones dudaba de sus maravillosos dones y no sabía cómo expresarlos al mundo. Cuando la abordé y le pregunte sobre su dureza el día que la conocí, porque en momentos se acercaba y me demostraba que le inspiraba y otros solo se alejaba y actuaba como si no me conociera, respondió que temía ser lastimada, que ya había sido herida demasiadas veces y no iba a tolerar una cicatriz más. En sus ojos vi la verdad de todo lo que su hermosa boca había pronunciado y prometí jamás herirla.
El viaje de montaña acabo y los siguientes dos años fueron fascinantes. Éramos una pareja feliz, llena de diferencias y a la vez grandes igualdades. Ella era tormenta y yo amaba los desastres. Decidí pedirle matrimonio un 15 de febrero, el mismo día en que nos conocimos y me miro con desprecio. Aún se lo recuerdo y nos reímos.
Nuestra
boda fue preparada para el 12 de enero del año siguiente al de
comprometernos y ella prometió comprarse un vestido blanco con cola y
un pañuelo rojo para mí. Estaba un poco loca, pero yo la amaba así. Fueron
meses después cuando su corazón dejo de latir y la perdí.
En
el hermoso atardecer de febrero, Aliz y yo nos dirigíamos a las montañas como
de costumbre, cuando un camión de carga se atravesó en la carretera y mientras
el carro chocaba y los cristales nos rozaban el rostro, la miraba fijamente y
entendía que estaba a punto de perder lo que creí que me pertenecía,
que desde ese instante ya no tendría la oportunidad de vivir en destellos,
de vivir en el amor. La vi irse, la vi morir, mientras aquella
desgracia se apoderaba de ella y acababa con nuestras vidas, y digo
nuestras porque al llevarse la de Aliz, también se llevó la mía.
Aquel
día fue la última vez que la vi con vida. Cuando desperté me
encontraba en la camilla con unas grandes vendas mientras
mis familiares daban gracias porque estaba a salvo. Empecé preguntando por
mi pequeña Aliz y nadie podía contestar, hasta que un recuerdo vago llego a mi
mente. Una ambulancia que nos cargaba a los dos directo al hospital, estábamos
uno al lado del otro y mientras Aliz perdía el pulso yo pedía por ella, porque
la vida la dejara quedarse. Entre todos los seres que había conocido, ella
merecía la vida, para florecer y seguir rondando calles dando inspiración, pero
la vida nunca resulta ser como queremos. De sus hermosos labios
salió la frase que siempre repetía, ''Jonny, no me olvides'' y en ese
instante entendí que ya lo había perdido todo.
Hoy
12 de enero le llevo sus rosas favoritas a Aliz. Un año después de su
muerte y el día que podía haber sido nuestra boda me doy cuenta de que sigues
en mí, yo no te he perdido. Me doy cuenta de que te quise tanto y te llevo en
cada parte de mi ser, te vivo y te amo con todas mis fuerzas, y no me pesa ni
me duele, ahora el tiempo y la naturalidad de las cosas pondrá todo en su
lugar, y yo mi pequeña esperare por el día en que te vuelva a ver.
-
Indhira Castro
Comentarios
Publicar un comentario