Pequeña saltamontes.


Volví a escribir... Y es que si no lo haces cuando eres totalmente feliz terminas por hacerlo al momento en que te rompen por completo. 


Mi madre solía decir:


- Las personas son efímeras, pero tu mi querido hijo eres eterno. 


Podía recordar sus palabras hasta en mis sueños, pero a la vez era difícil entender la razón por la cual insistía en repetirlas, hasta un día.


Iba por aquel corredor cuando de repente alguien se dirigía hacia a mí, pero no podía distinguir de donde provenía. Mire a mi alrededor y ahí estaba ella, la chica de la que una vez les hable, la de los ojos de la luna. Mi mente hace una alusión de su mirada como la causante de nuestra unión, esa llena de tranquilidad y tormenta, esa que me hacía pensar que éramos tan distintos que lo único que nos unía era el amor.

Sin embargo, ¿Qué es el amor?

Muchos hablan de el, otros lo viven y de los dos yo podría ser el segundo, porque eso fue lo que viví con ella, el amor. Cada día me cautivaba con sus pequeños chistes sin sentido, con su voz tierna y sus interminables consejos de que no tuviera miedo, que todo saldría bien, pero en este momento no sé que fue peor, quedarme y creer lo que decía o no tomar la decisión de irme a tiempo, pero como iba hacerlo si yo no sé dejar ir, a mi si me enseñaron a luchar por lo que quiero y a ver el hecho de renunciar como un paso prohibido.   

La quería, pero no como se quieren las pequeñas cosas, sino con el alma aceptando su pasado y todo lo que la hacía hermosa, a veces triste, pero a la vez espectacular, y es que ella había tocado esa parte que creí haber perdido. Cuanto me gustaba pensar que en mi había encontrado esa persona que le demostrara porque no funciono con nadie más, pero lo espontaneo no se puede forzar y por lo visto yo no era ni la mitad de eso en su vida.

Le creí por un momento sus sin número de frases largas, mensajes de texto y llamadas sin fin que me decían que si era importante, pero sus acciones que en ocasiones eran de desprecio y de un ser humano egoísta que quiere retenerte sin siquiera querer estar contigo me hicieron dudar si realmente estaba en el camino correcto, hasta el día de su confesión.

En ese amanecer entendí que las personas que a simple vista son las más alegres pueden ser las mismas que están atravesando situaciones difíciles, esa era ella, la atormentaban tantas cosas que llegaba al punto de denigrarse a sí misma, de sentirse sola conmigo a su lado, de verse como innecesaria en la vida de los demás, y de no cumplir con ninguna de sus metas, todo por su inestabilidad, la cual en ese momento arrollo mi corazón, no por mí ni por nosotros, sino por ella, por su bienestar.

Decidí quedarme de nuevo, y es que después que quieres de la manera en que lo hice aceptas lo que venga y no idealizas a la persona, pero no se puede ayudar a quien no se deja, ni a quien no te da la oportunidad de entrar a su vida, así que me quede hasta donde humanamente podía, recordando que si se insiste en estar donde sientes que te falta el aire y no te ayudan a respirar será un suicidio. 

Ya no podía luchar con algo que no era para mí, con algo que entre veces se quería quedar, y en otras se desvanecía, lo que sí puedo confesar es que sus brazos fueron un viaje para mí, cada momento era único y en ocasiones creí que era feliz junto a mí, pero ella debía aprender que para estar con alguien primero debes aprender a estar contigo, a darte tanto amor y valor como deseas brindar, porque si te sientes solo estando contigo, no estás listo para estar acompañado.

Cada instante fui aprendiendo que a veces no vemos lo que los demás dan por nosotros, somos egoístas y solo nos detenemos a vivir en nuestro mundo por esta razón perdemos de vista a las mejores personas, se descuidan las relaciones, los pequeños momentos, los mensajes que esperamos recibir, pero cuando llegan no respondemos por orgullo, los abrazos y hasta un último beso, todo esto por vivir en el pasado, sin darnos cuenta de que mientras más cosas inconclusas dejemos, más atrapados estaremos.

De esta travesía y las demás vividas me voy tranquilo, y es que todo lo que hice fue con buena intención, di todo el amor que ya llevaba dentro sin pedir nada a cambio. Hoy desperté y ya no llovía y es que sonrió porque he aprendido a llamar las circunstancias como oportunidades, de esas que encuentras cuando estás listo para seguir creciendo por el camino de la vida, dejándote transformar por el amor propio, ese que ahora tengo de más por darme y dar a los demás. 

A ti, mi pequeña saltamontes te debo las mejores horas de mi vida, y si en algún momento me lees, quiero enseñarte que yo también he llorado y sufrido, a mí también me dejaron solo muchas veces en las que necesite una mano amiga, y esto porque no todos están dispuestos a aceptarnos tal cual somos.

En mi caso, yo no te he perdido, y es que te quise tanto que te llevo en cada parte de mi ser y no me pesa ni me duele, ahora el tiempo y la naturalidad de las cosas pondrá todo en su lugar y yo espero estar para verte feliz tanto como quise que lo fueras al estar conmigo, pero una vez me olvide de mí, así que no lo haré de nuevo y no dejare que las situaciones externas afecten mi alma. 

Hoy que me ves lejos debo decirte que estoy más cerca de lo que piensas, pero de manera en que no nos afecte ni nos dañe, algún día entenderás lo que ya yo he entendido, y en ese momento estoy seguro de que estarás lista para volver a empezar. 

- Indhira Castro 

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