Mi realidad.
Yo era de esos que entraba en la vida de
los demás como una tormenta y cuando todo estaba destruido me iba.
Hoy me pregunto ¿Cómo podía darme el valor?
A mis 21 años lo que más me dominaba era una mente llena de
pensamientos inconclusos e ideas sin sentido. Me costaba tanto creer que valía
y que mi existencia tenía una razón de ser, todo por la incertidumbre que
llevaba dentro y que no me permitía ver con claridad.
Todo empezó unos años atrás cuando conocí a la chica de mis
sueños, piel blanca, cabello largo y ojos café, se veía tan bella como la
luna llena en plena noche, tanto que me enamoré al instante. Al inicio
todo lo que vivimos fue maravilloso y lleno de pasión, hasta el
momento en que ella empezó a dudar de lo que sentía, dejo de
valorarme y me dejaba de lado por buscar a otros sabiendo que estaba ahí para
ella. En ese momento me sentí tan miserable que decidí alejarme y
tomar un nuevo rumbo. Con el paso del tiempo ella volvió, insistía en que había
cambiado, pero yo también era otro, más fuerte y decidido a evitar
cualquier cicatriz.
A partir de esta situación cambie mi forma de ser. Cuando
alguien intentaba amarme y no lo hacía como esperaba prefería alejarme en
vez de seguir intentándolo, me atraían muchas chicas con facilidad, y en
ocasiones llegue a conocer algunas con las cuales todo marchaba bien y a
la hora de dar el siguiente paso me marchaba sin más. A veces me sentía
solo, creía no importarle a quienes estaban a mi alrededor y que lo
poco que hacía no tenía sentido en la vida de los demás. Hasta el día en que
conocí a una de esas chicas que te cuestionan, que llegan y te descomponen
la vida, te alborotan el alma. Luz era su nombre.
Al instante en que la vi me deslumbró, parecía
magia, llego haciéndome preguntas de quien era, valoraba los pequeños detalles
a pesar de lo difícil que era expresarme, se detuvo y leyó cada cicatriz y
a pesar de eso prometió quedarse hasta que le pidiera que se fuera.
Exploró cada uno de mis lunares, hasta el que llevo en mi brazo
izquierdo que casi nadie puede ver, diciendo que le parecía hermoso. ¡Y es
que no se quedaba quieta!, era tan parecida a un huracán y cuanto le
encantaban los desastres como yo.
Ella hizo que volviera a renacer, a ver
que más allá de mis tormentos todo podía ser diferente si me lo proponía.
Yo no pude entender esto hasta que se fue, y es nunca la traté como se
merecía, hoy le prometía el mundo y al día siguiente la despreciaba, y ella sin
saber que sucedía solo intentaba buscar una solución. Era un ángel, y
yo con mi torpeza le corte sus alas.
Estaba seguro de que algo sucedía dentro de mí, pero no podía aceptarlo hasta que no le hiciera frente, así que antes de su partida decidió confrontarme:
- Eres un egoísta, hoy demuestras los sentimientos más
puros mientras al siguiente día no sabes que sentir y pretendes que te espere
con los brazos abiertos, ¿Crees que soy tú muñeca?
Recuerdo sus palabras retumbando en mi mente, ella había
tocado una parte profunda de mi ser que nadie más logró acariciar, y es que
ella me mostró lo que debía cambiar. Ese día en que sus frases
interminables rodearon mi alma llore como un niño, y es que cuando alguien
llega en el momento justo y sin avisar, te mueve todo, abres lo ojos y la
metamorfosis empieza.
Fue entonces cuando por primera vez decidí darlo todo,
emprender un nuevo camino junto a ella y hacer las paces con aquel
pasado que me hizo un hombre distinto, el cual hoy estaba decido a
transformarse. Le demostré todo lo que sentía y le prometí que con mis
acciones demostraría que había cambiado.
Sin embargo, recaí y volví a convertir su
corazón en trocitos. No sabía qué demonios me ocurría, estaba
repitiendo el mismo circulo y perdiendo a las personas que más me querían y que
a la vez, yo también quería. ¡Cuanto daño le hice!
Le confesé mis miedos e inseguridades, le desnude mi alma y
un poco más, pero la había herido tanto que tome la decisión de dejarla ir, así
que le escribí una carta que decía:
- Es difícil para mí vivir en un mundo donde nadie me
entiende, donde todas las personas que han llegado a mi vida se han ido y pocos
han quedado, y tú mi quería Luz eres una de esas que si
permaneció. Aun sigo marcado por el pasado y ante mi situación reconozco
que debo dejarte ir, no puedo seguir causándote más dolor. Se que decidiste quedarte
y luchar junto a mí, pero esto es algo que siento que debo hacer por mí mismo.
No tienes idea de cuanto me duele porque a pesar de todo te quiero mucho, y eso
sí que no es pasajero. Gracias por quererme de la forma tan bonita en que lo
hiciste, esa que no supe valorar ni ver a tiempo.
Al segundo en que escribía mis lágrimas eran más
bastas, y es que eso de dejar ir a quien verdaderamente quieres nunca ha sido
una tarea fácil, y menos después de tantos momentos inolvidables.
Cuando llego el día de entregarle aquella carta
pensé en todas mis posibilidades de menosprecio por parte de ella, pero
quien diría, ella solo buscaba arroparme con su luz, demostrando
que lo sentía era tan grande que a pesar de lo que había hecho
ella jamás haría nada en mi contra, pero si me dijo mi verdad.
- Lo tuyo no es inseguridad o inconsistencia, lo que has adoptado es un patrón de conducta que proviene de tus experiencias pasadas. ¿No lo ves? actúas igual que Aura cuando te hirió, no sabes lo que sientes y buscas alternativas cuando estas con una chica, al igual que ella lo hizo cuando estaba contigo, ahora eres ella. ¿Y sabes por qué? porque tienes miedo, tanto que haces una proyección en los demás de lo que aprendiste de ella, le temes a que te dejen, a que de nuevo te fallen y seas tú el que salga herido. Por eso, no puedes pasar de la primera etapa, y es que en esa tú puedes tener el control y crees que nadie puede hacerte daño.
Luz siguió
- Estas andando en círculos, has
aprendido a dejar todo a la mitad, a tratar con indiferencia, y yo soy la única
persona que se va a atrever a decírtelo. ¿Sabes por qué? pues te conozco
tan bien que si olvidas quién eres ando con un montón de letra que te dirían
exactamente de que eres capaz, de dónde vienes y hacia dónde vas.
En ese momento quede anonadado, nunca pensé recibir tanto
bombardeo en una sola noche, así que un poco desconcertado le pregunte:
- ¿Y puedo desaprender y convertirme en alguien distinto?
A lo que ella contestó:
- Solo tú conoces la respuesta.
Continuara...
- Indhira Castro
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