Lo que dicta mi corazón.


Lloró mi alma al instante en que lo más profundo de mi ser fue tocado, por primera vez en mucho tiempo no me importó que vieran mis lágrimas. Ya no me escondía.

Aquella noche en que decidí salir del cascaron y vivir mi duelo para luego sentirme renovada, a mi mente llegaron ideas muy peculiares las cuales citaban al ser humano y sus acciones, una de ellas mostraba mi preocupación sobre permanecer junto a personas reales y no del montón. 

En ese momento mi madre abrió la puerta de su habitación y desde allá pude escuchar uno de los anuncios que manifestaba si las personas que se aman no se hicieran tanto daño... Y es que hasta las señales del universo estaban de acuerdo conmigo, hoy en día queda muy poco por lo cual luchar, son escasos los que se atreven a acompañarte a pesar de tus dificultades o tristezas, la mayoría solo busca dañar, mentir y, sobre todo, pisotear tú alma. 

Al siguiente día quise dejar fluir cada una de mis lágrimas y mientras me purificaba por dentro escuché una conversación que provenía de una pareja que se encontraba a mi lado derecho. Él era de pelo negro, tez blanca y ropa sencilla, ella un poco más oscura que él, con el cabello de algunos tres colores distintos y muy a la moda. Reían a carcajadas y se miraban diciéndose: somos tan distintos ni siquiera sé que pude ver en ti, tú amas la calma y a mí me encanta ser tormenta, pero creo que lo que nos une va más allá de nuestras diferencias, y es que el ser que compone a cada uno de nosotros se une con un hilo que manifiesta la profundidad de nuestro ser.

Seguí caminando con mi vestido de rayas azules y con mi bufanda de color rojo que cubría mi espalda y en ese soplo de tiempo en el que me encontraba por medio de los pasillos de aquel edificio, me di cuenta de que con solo pasar en frente de esa pareja había aprendido mucho. Si como seres pertenecientes al universo viéramos los sentimientos y la profundidad que nos compone hoy habría más jóvenes como ellos, que se acompañan cuando no es una necesidad sino más bien una elección, que dan lo mejor de sí mismos sin importar sus diferencias. 

Quien me vio aquel día me dijera que sigo siendo la misma estaría equivocado, todo lo que aprendí en ese instante dejo una huella y me recuerda cuando estuve en el proceso de conocer cada una de mis cicatrices y me di cuenta de lo hermosas que son. Ahora me levanto y miro al cielo agradecida por el canto que los pájaros me regalan al despertar, por la brisa que cubre mi silueta en este invierno y por las personas que en ese momento de dolor me abrazaron y dijeron con un tono de voz cálido que todo pasaría.

Mi madre que siempre me ha conocido más que cualquiera ese día se sentó junto a mí y dijo despacio:

- A veces hay que perderse para encontrar el camino.

A lo que yo conteste:

- Me he perdido tantas veces que tengo miedo de perder mi esencia, temo endurecer mi corazón. 

Fue ahí cuando su sonrisa me hizo entender que de verdad todo pasa, que no todas las personas vendrán a pedir disculpas ni se tomarán la molestia de asumir errores o de volver a tu vida después de haberse alejado. Sabia con seguridad que era difícil encontrar a personas leales que estén dispuestas aceptarte y quedarse, como la pareja que vi aquel día. 

No porque las cosas se han hecho siempre de la misma manera quiere decir que deban hacerse así eternamente, por esto, mi corazón dicta que me rebele, que aunque el proceso de conocerse a si mismo sea en ocasiones difícil, sea yo mi propia inspiración y la de otros para darse el permiso, de no bajar la guardia solo porque todo parezca estar en calma, que la introspección sea constante y que en todo momento recuerde que nuestras cicatrices son hermosas.

Mis alas de ángel ya no están, y duele mucho haber caído sin ningún soporte, pero mientras paso por cada travesía el universo me dice que no estoy sola, que poco a poco el vació que se me otorgo será llenado por todo el amor que una vez entregue. Inicio este proceso de transformación donde hoy soy diferente ayer y mañana sigo siendo mejor, sin sentirme culpable ni molesta conmigo, perdonándome por lo que pueda hacerme sentir devastada y abriendo caminos hacia un nuevo renacer. 

Que estas letras a quien las lea le permitan entender que somos nosotros que forjamos nuestro destino a raíz de los pasos que damos, que, si hoy quieres emprender el camino del cambio, es tú decisión, si quieres recuperar personas o momentos perdidos, es tú decisión. Si en este instante te has dado cuenta de que lo que dicta tú corazón es lo mismo que el mío, también es tú elección llevar todo esto a cabo. Recuerda que al final se nos ha dado esta vida para vivirla y hacer con ella lo que se nos pegue en gana, escucha cada uno de los latidos de tu corazón y conoce cuál es esa decisión.

- Indhira Castro

Comentarios