El comienzo.


Se supone que las noches deberían representar un final y el amanecer los comienzos, pero quien diría que aquella noche sería como detenerme frente al inicio de una nueva etapa, una vez las visualice llenas de vida, pero esa noche fue la representación de lo oscuras que podrían llegar a ser y como muchas no nos traen felicidad.

Acababa de terminar la universidad cuando empecé a conocerme a mí mismo, y hoy, junto a la familia que tengo, mi esposa e hijos, me doy cuenta de que aún me falta conocerme. Por un instante esto me hizo ver que la vida es una constante búsqueda de lo que somos y queremos llegar a ser, pero más que eso de la aceptación propia, dar una buena impresión, complacer a quienes ni se voltean a mirarnos, y de expresar lo que sentimos a alguien que ni siquiera se detiene a leernos, pero así es la existencia humana, así somos todos.

Gracias a ese pequeño infinito que fue parte de mi nueva etapa me di cuenta de que cada mañana agradezco, soy un hombre feliz, pero a veces siento que algo falta y al observar a mi alrededor miro al cielo, y me doy cuenta de que me falta estar conmigo, quien me falta soy yo.

Me detuve y pensé:

- ¡Qué ironía!, he estado 28 años junto a mí y hoy es que puedo ver que muy pocas veces estuve conmigo, posponiendo las oportunidades, viviendo un futuro incierto, dejando el presente para después, buscando recuerdos que no tenían sentido, y que sobre todo, ya no estaban cerca de mí.

Fue ahí cuando comprendí que no estoy solo, estoy conmigo, el ser más valioso, capaz de lograr lo imposible, de perseverar ante lo que parece inalcanzable, pero más que eso con la habilidad de volver a empezar junto aquel hombre que esta noche acaba de hacer un nuevo comienzo.

- Indhira Castro 

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