Querida amiga.
Conocerla me hizo comprender que podemos ser capaces de ocultar quienes somos a simple vista, en ocasiones con un rostro enfurecido y en otras con una gran sonrisa.
Al ver sus
ojos me di cuenta de que debía lograr algo en su vida o al menos mostrarle cuanta
valía, pues por lo visto no lo sabía. Ella era de esas que poseen dones
divinos y una creatividad inmensa, pero con un sentido de la vida un poco
torcido, debido aquel pasado que una vez le daño el corazón. A partir de
ello le mostré que no era la única y que al igual que ella yo también pertenencia
al grupo de los marginados que una vez fueron invisibles para los
demás, de esos que estuvieron frente a las burlas más viles
y nadie pudo detenerse a pensar un poco en ellos.
Esa gran
amiga que hoy ya no está, solo me quedó decirle: el valor que
tienes solo lo sabes tú. Esa amiga que sin importar lo que dijo, sintió, o
hizo una vez, sigue siendo tan solo una humana, que necesita aprender a
perdonar y a perdonarse como yo lo he hecho.
Esa gran
persona la cual siempre le recordaré: no vales por tu situación económica, ni
por como vistas, no vales por tus defectos, gritos o impulsos, vales por ser tu
misma, por demostrar la mejor versión de ti, por las personas que ayudas y
las veces que decides ser luz e iluminar a los demás.
Querida
amiga, hoy que me lees solo quiero decirte: no vales por tus noches de llanto, que a
veces en mis sueños puedo escucharlas, vales por las veces que te
levantas y te dices a ti misma que no hay imposibles solo mentes
cerradas con poca imaginación.
Nunca olvides,
seas grande o pequeño solo hay una diferencia que tú puedes hacer.
- Indhira Castro
- Indhira Castro
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