No tengo tiempo para aquello que no proviene del alma.


Haber estado rota tantas veces me había hecho pensar que era adicta a lo que me destruye, a lo que no me permite ser feliz. Así que una noche, después de varios desvelos me pregunte a mí misma: 


- ¿Qué es el alma?


No entendía el porqué de esta pregunta hasta que recordé risas y algunas caras, esas que me dejaron claro que podría ser feliz si dedicaba tiempo a las cosas que tienen alma, aquellas que poseen grandeza, mucho más de la que ha simple vista podemos distinguir. 


En aquel momento no solo había estado frente a esa pregunta, también estuve cerca de muchas personas, pero una en especial fue la marcó mi vida. Patrick. era de esos que te prometen el mundo, que sabían cómo sacarte sonrisas sin tener que hacer ningún esfuerzo. Patrick era de esos seres que poseen tanta luz que alumbrarían cualquier sendero, pero lamentablemente uno lleno de rosas muertas, pues su luz solo destruyó mi corazón. 


Y así, poco a poco empecé a darme cuenta de como muchos seres solo mostraban su lado que hiere, que quema y te deja sin aliento, olvidándose del poder de la sencillez, la sinceridad y sobre todo de lo que nos hace ser quienes somos, por solo pensar en sí mismos.

A pesar de encontrarme ante esas sombras decidí abrir el corazón de par en par, y dejar brotar mis sentimientos, dejando fuera de mi a los que no tienen alma, para así empezar a estar con aquellos que me permitieran fijarme en la belleza de las cosas más comunes, fuera un buen vino o una noche estrellada en la que pudiera bailar descalza bajo la luna.

Porque con mi cabello colorido, mi horrible carácter y mi extraña personalidad también había comprendido que tenía la necesidad de ser yo, que merecía darme todas las oportunidades donde pudiera construir mi esencia, y ser feliz. Estar rota no iba a ser una opción con la cual viviría, solo formaría parte de ese impulso que me llevaría a dominar el arte de amarme a mí misma, arraigando lo positivo en cada circunstancia que hiciera que mi vida pase a sus dimensiones superiores.  

Lamentaba no ser lo que otros querían que fuera, pues salir de los esquemas y ser diferente era lo mío. Al fin y al cabo, a través de esto solo había entendido una cosa: Si cambiamos nuestro foco de atención podremos ver que lo que nos pasa, nos cambia, y que, al cambiar, nos transformamos, y llegamos hasta las cosas que si tienen alma.    

- Indhira Castro 

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