La decisión.


Elige con sabiduría.



Esas fueron las palabras que invadieron mi mente el día de su partida. Estuve frente aquel chico de carácter fuerte, y que en diversas ocasiones no sabía expresar sutilmente sus sentimientos hacia los demás, pero había algo en él, parecía ser diferente.  


Desde que éramos niños él siempre tuvo gran madurez y hasta parecía saberlo todo, pero había algo que no sabía: "no se puede cambiar lo que ni siquiera conoces". Muchas veces traté de demostrarle que a mi corta edad podía entenderlo todo y hacer cosas tan grandes como él, pero su deseo no era descubrirme y deleitarse con lo que yo era, sino forzarme a crecer de la misma manera que él, y en la vida cada uno aprende a su manera, a su tiempo.

Así que comprendí que debía tomar una decisión, esa que me haría llegar a una sabiduría mayor al decidir si moría junto a su ataúd, o renacía debido a su muerte. Desde entonces preferí recordar cada una de nuestras noches de poca cordura y grandes marcas de pasión, solo con la finalidad de repetirme a mí misma que no te conocía bien, que me faltaste más de lo que yo a ti, pero que a través de todo esto me enseñaste a no perder el tiempo en seres que no saben por cuál camino andar. 

Oh, ¡El día de tu partida!, o, mejor dicho, el día en que tu muerte me enseñó a elegir con sabiduría.

- Indhira Castro

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