La chica de los ojos de la luna.



Todo empezó con una mirada, quien diría que unos ojos podrían hacerme sentir tan vivo, y a la vez, tan muerto. Ella era de esas chicas que atraían paz, pero que a la vez podía evocar una tormenta de emociones con tan solo estar en silencio, y si la admirabas mejor, estarías seguro de que más que una chica, era una diosa, diferente a la demás, sencillamente ella.

Recuerdo cuando la conocí, estaba sentado en aquel banco de cristal al momento en que sentí unos pasos acercándose a mí, nunca había volteado al instante en que alguien se acercase, pero esta vez fue distinto, inevitable. Al aproximarse la escuche reír, ¡Oh, su risa!, parecía estar cantando mi canción favorita. A partir de ahí estuve seguro de que no era coincidencia, que esos ojos de luna que habían atrapado todo mi ser iban a cumplir un gran propósito en mi vida. 

Al momento de hacer amistad descubrí que más que su silencio ella tenía mucho que decir. Me contaba historias de como la vida la había roto mil veces y ella seguía en pie, de cómo podía hacer arte con sus manos y a la vez tener un gran intelecto y determinación en lo que quería en la vida. Y todo eso hizo que en poco tiempo volviera a darle color a mi pequeño mundo, me hizo volver a sentir que no todo estaba perdido. 

Ella empezó por cambiar todos mis planes, esquemas y rutinas, así que yo también di el paso y comencé por mostrarle cosas que no sabía, como vivir los momentos de la vida con el alma. Le enseñé que todo tiene su tiempo y hay que ser pacientes, la guié hacia ser inspiración. Le enseñe lo que es estar en libertad, que podía ser digna de todo, hasta de seguir sus instintos, y dejar de lado lo que no quiere que permanezca en su vida sin fingir que realmente le importa. Así que me dejó.

Ese día vi mi mundo caer. No supe que hacer ni que decir. El silencio fue lo único que atrapo mi ser. Rememoré cada día con ella, su voz, su risa, y esos ojos de luna que supieron atrapar mi corazón en tan solo un segundo. Estaba seguro de que a partir de aquí me costaría mucho volverme a levantar, después de todo solo había sido un chico que tomo el camino más hermoso, aún sabiendo que era el equivocado.

Pero de algo estaba seguro, había dejado mis huellas en aquel camino, así que dirigiéndome hacia esa dirección pude descubrir como transformar mi dolor, aquella luz que esa diosa poseía me condujo en dirección a sentires que parecen ser magia, que, aunque hayan terminado dentro de un mar de dolor, hicieron en mi un ser capaz de desarmar la tempestad que viene de fuera, con la paz que surge dentro. 

Y al final solo sentí la necesidad de dejarme encontrar y no solo buscar miradas que parecen ser eternas hasta que te apuñalan el corazón, y si algún día volvía a encontrarme con aquella chica, daría el paso de perdonar, y todo porque sabría que las almas que están destinadas a estar unidas, siempre encontraran el camino.  

- Indhira Castro 

Comentarios